La vida de Osvaldo Paissan está llena de recuerdos de una zona de Avellaneda que durante muchos años fue, además de un lugar para vivir y trabajar, un centro recreativo para el resto de la comunidad que vivía en la zona urbana.
«Lo
primero que aprendí a hacer fue sacar los brotes de abajo del primer alambre de
la viña -comentó- porque como éramos chicos y nos agachábamos bien, era lo
primero que hacíamos para que nos tiraran algún pesito».
«Después,
de más grande, me dedicaba a cortar el pasto con máquinas hasta que, un
invierno, mi viejo me dijo que podara los ciruelos que toda la cosecha iba a
ser mía», sostuvo al referirse a su primer trabajo «en serio» en la quinta.
Con
la ganancia de esa cosecha se compró su primer «camioncito», un Chevrolet 38,
en cuyo paragolpes lucía la orgullosa leyenda: «No es dulce, pero salió de la
ciruela».
Con
respecto a la visita de cientos de vecinos que llegaban en los soleados días de
recreación, Paissan recordaba que en las épocas en que la quinta de su familia
daba al río, salía a vender peras con las canastas.
Pasaron
muchos años de la llegada de aquellos inmigrantes que trabajaban la tierra en
Avellaneda. Sin embargo, pese a las dificultades económicas y al avance de la
urbanización, todavía quedan quintas como la de Osvaldo Paissan que rememoran
el pasado pero no pierden de vista el futuro.
Proyecto
Uno de los proyectos de Osvaldo Paissan para conservar una parte rica de la historia de Avellaneda, y de alguna manera también la suya, es crear un Museo en la Costa.
Uno de los proyectos de Osvaldo Paissan para conservar una parte rica de la historia de Avellaneda, y de alguna manera también la suya, es crear un Museo en la Costa.
Para
ello, cuenta con diversos elementos que heredó de su padre y de su abuelo y una
suma de recuerdos que le facilitaría a los más pequeños conocer cómo era una de
las zonas más emblemáticas de su ciudad.
«Tener
viñedos a apenas ocho kilómetros de la Casa Rosada no es fácil de creer para
los que no crecieron con las historias de los vecinos más antiguos de
Avellaneda», aseguró.
Pero
si bien despierta la curiosidad y llama la atención, Paissan se lamentó que
vayan quedando pocos quinteros y gente para trabajar.
«Yo
todos los años pongo mil plantas, van pasando los años y voy produciendo, pero
si empezás de cero hay que esperar cuatro años y afrontar los gastos; eso hace
que no vengan nuevos, porque la gente quiere invertir ahora y sacar los frutos
ya», aseguró al explicar por qué no hay nuevos emprendimientos en la zona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario